jueves, 31 de enero de 2008

Semáforos inteligentes, AMET brutos...

Parecía un ensayo para algún comercial de carrera de autos.
Todos íbamos a to' lo que da, "Churchill bajando", apostando a los 34 segundos que le quedaban en verde el semáforo inteligente. Todo iba según lo calculado, hasta que al AMET se le ocurrió llevarse el pito a la boca y detenernos en plena Rómulo Betancourt. Adiós soluciones tangibles a los problemas del tránsito en la Capital.
Son las 6:00 de la tarde. Es la hora pico en cualquier avenida de esta ciudad y al AMET no le importa si las luces de colores son análogas o inteligentes. Su coeficiente no es tan suficiente para pensar que está mal que los 25 vehículos que se detuvieron ante su silbato tocaran bocina de forma simultánea.
De seguro se preguntó: "¿y porqué hay que perder la costumbre del ruido colectivo?".
Asumo que ninguno de sus superiores le ha hecho notar que esos costosos equipos se adquirieron para disminuir el consumo de combustibles.
El brillante AMET no entiende eso de sistemas de coordinación y mucho menos se imagina que, de no haber tocado su pito, hubiese contribuido a evitar que los casquetes polares se derritan y las islas del Caribe no sean tragadas por el mar. El no entiende nada de Medio Ambiente.
Si alguno de nosotros se le hubiese ocurrido bajar el cristal para explicarle todo eso, de seguro sale "multao". A fin de cuentas, el cumplía con su deber: cubrir cueste lo que cueste su asignación de multas del día. Hasta ahí su nivel de aporte a la planificación del tránsito urbano.
Pasaron los 34 segundos, el AMET vuelve a tocar el silbato, mientras agita su mano para que nos demos prisa... Imagino que quiere que crucemos antes de que la pantalla inteligente marque el 00.
El primer semáforo funcionó en Cleveland en 1914, en este momento, 93 años de sabiduría humana fueron ignorados de pronto, cuando un solo individuo se le ocurrió llevarse un pito a la boca.

domingo, 20 de enero de 2008

Dr. House

"La arrogancia hay que ganársela, dime qué has hecho para tener la tuya".

Luego de verlo en su nueva faceta, fue imposible dejar de hacerlo.

Su inusual gracia, cargada de ironía, su extrema sinceridad, los comentarios tan precisos y al mismo tiempo fulminantes, llamaron mi atención de forma casi adictiva, como la mismísima droga que suele utilizar para aliviar el dolor en su pierna.

Ya no sé qué disfruto más, si su constante actitud políticamente incorrecta o su incontrolable mal carácter. Es demasiado perfecto para ser cojo.

En él, siempre prima su capacidad de seducción y un gran sentido de compromiso. Aunque de vez en cuando asume la tradicional y aburrida pose de salvador sabelotodo, adoptada por los de su profesión para demostrar en cada caso su magistral inteligencia.

Conozco pocos como él. Desearía que fueran más lo que, con bastón o sin bastón, se atrevan a ser tan auténticos y, sin importar lo que otros piensen, vayan dejando verdad tras verdad en cada episodio de sus vidas.

Los "houseísmos" son ya famosos, aquí, uno de mis favoritos: "Será difícil, lo sé, porque los políticos tienen la costumbre de no llevarlo puesto". Elemental mi querido Watson… Dr. House, ante un grupo de médicos que atienden un político y le piden abrirle el cerebro…