domingo, 26 de abril de 2009

La vida en rosa, la vida en negro.

I.
De Slumdog millionaire recuerdo muchas cosas, de manera especial a Latika. Más que por la belleza de sus ojos, por la cantidad de veces que Jamal mencionó su nombre en la película y de manera especial por aquella escena en donde se quedó sola en las vías del tren.
En la entrega de los Oscars, me encantó verla en su trajecito azul, saludando con aquella inocencia ajena a todo el Glamour de Los Ángeles.
Latika es Rubina. En la vida en rosa, con tan sólo 9 años se convirtió en el orgullo del barrio por su papel en la película ganadora de 8 oscars. Visitó Hollywood y modeló en las pasarelas de la Wills Lifestyle India Fashion Week de Nueva Delhi.
En la vida en negro, la actriz duerme en el piso. Sigue viviendo en la misma chabola de hojalata y aún espera que se cumplan las promesas de educación, vivienda y mejores condiciones de vida. Su padre quiso ponerla en adopción por 226.695 euros y hoy El País reseña que su familia sufre la desgracia de la codicia.

II.
El director de cine y coreógrafo Zhang Yimou dejó a todo el mundo con la boca abierta en los espectáculos de apertura y cierre de las Olimpiadas de Beijing 2008. Alucinantes, majestuosos, impresionantes e imposibles de olvidar.
En la vida en rosa, más de mil bailarinas adornadas y coloridas, actores saltando, volando por los aires, música, luz y brillo. Los chinos, que inventaron hace ya 2 milenios los fuegos artificiales, consiguieron equilibrar tradición y ciencia para lograr una exhibición perfecta.
Liu Yan, considerada la bailarina clásica más destacada de China se recuperaba en un hospital cuando vio en TV el número musical Camino de Seda, realizado por una bailarina sustituta en la ceremonia de apertura.
Durante un ensayo, saltó hacia un escenario móvil que tuvo un desperfecto y cayó en un agujero profundo, golpeándose contra una varilla de acero. Hoy, tiene escasas probabilidades de volver a caminar o bailar.
En la vida en negro, los testigos y medios de comunicación no tuvieron permiso para contar la historia. El Comité olímpico de Beijing decidió mantenerlo en secreto para no restar valor a las celebraciones olímpicas. Después de la inauguración de los juegos, se publicó un reportaje sobre su lesión en el que se muestra a Liu sonriente y optimista.
Hoy, el New York Times reseña su declaración de hace meses: “De bailarina a una persona paralítica es una cruda realidad. No puedo aceptarlo. Antes podía levantar mis piernas hasta la cabeza y ahora yacen muertas sobre la cama”.

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