lunes, 16 de febrero de 2009

La mancha indeleble.

Quienes extrañaban mis post sobre ellas, disfrutarán este sobremanera. Yo, lo estoy escribiendo en forma de catarsis, de la misma manera que hace ya más de dos años me inicié en el mundo blogger. Cuando pensaba que ya nadie podía superar todo lo que he visto, escuchado y vivido con ellas. Elizabeth, la número 41, Ah! es que no saben... La 40 resultó no ser tan perfecta: Actúo en contubernio según la Fiscalía que nunca la condenó por robo...Sí, hace ya más de 5 meses dejó de existir y aunque Cesarín y María del Mar no dejan de mencionarla, para mí pasó a la lista de lo que no existe más. Y no, no pude escribir sobre ello.
En fin, la 41 sólo viene dos veces por semanas y la nueva nana es Mamá. Ah! Ahora entienden el post Sobra espacio y aquello de los sueños que albergaba desde hace un tiempo... Pues sí, decidí no tener más niñeras. Mamá se mudó cerquita de mi casa y me deshice de todo lo que quedaba en lahabitación de servicio, la cual pasó a ser una de desahogo. Pero bueno, volvemos a la 41 y su indiscutible récord: Hoy, ese ser, carente de cualquier posibilidad de sentido común, utilizó acetona, sí, lea bien: ACETONA, para sacar un poco de pegamento que había sobre el comedor nuevo. Mi comedor nuevo, comprado hace 2 meses en una exclusiva, chic y cara, muy cara tienda de Piantini.
No diré más nada. Sólo preguntaré ¿Cuándo rayos se descubrió que la acetona arreglaba muebles? ¿No es obvio que es un removedor de esmalte y que por ende, no puede hacer nada más que eso... Remover esmalte, pintura, color.
En resumen, el clásico: Ay! sumado al patético -Yo no lo hice por mal, lo hice para ayudar... Mientras tanto, el comedor... el comedor tiene ahora una mancha indeleble, con forma de un 42.

Reconocimiento al trabajo.

Mi hijo de 5 años recibió esta mañana el primer reconocimiento de su vida por ser un alumno sobrevaliente: Estudiante meritorio en lectura, tanto en inglés como en español.
Todos nos sentimos muy contentos. De alguna manera, es un logro compartido por quienes en el día a día nos encargamos de su educación: Directora académica, profesoras, Mamá, Papá, Mami, Papi; pero sobre todo, es un logro de él mismo, que nació con esa necesidad de saber y entender todo lo que pasa a su alrededor, junto a un deseo inagotable de buscarle una respuesta lógica y una justificación precisa a todo.
Cuando nos enteramos del reconocimiento, su hermana, de tres años preguntó su ya clásico -¿Y a mí? a lo que Cesarín, con su gracia única y su lógica precoz, le respondió con una sabia verdad:
- María del Mar, cuando tú seas grande te tocará uno, si tú trabajas para ganártelo... Si no, no te tocará nada.
Nadita de nada.

domingo, 15 de febrero de 2009

La escafandra y la mariposa.

Llevaba ya muchos días sin escribir, pero eran muchos más los días que llevaba sin ver una buena película y hoy, gracias a Julian Schnabel y a su aparente gran capacidad de adaptar historias reales a la pantalla gigante, rompí un récord conquistado de forma involuntaria.
Con la única expectativa de combatir el aburrimiento, elegí ver La escafandra y la mariposa.
De inicio, una historia bastante fuerte, cruel, quizás incluso poco agradable que luego se va llenando de sensibilidad, emotividad, realidad, pero sobre todo belleza e imaginación.
En cuestión de minutos, pasé de lo trágico, a lo cómico y a lo sublime. Encarné el cuerpo de Jean Dominique Bauby, quien padece del síndrome del cautiverio, para hablar a través de su ojo izquierdo, adivinar y escribir a través de sus palabras, vivir a partir de su yo y disfrutar de cada diálogo, cada personaje y todas sus escenas.
Una historia que le puede ocurrir a cualquiera. Una historia que me lleva a pensar en cómo se le da sentido a la vida cuando aparenta ya no poder vivirse y en cómo se ha de encontrar la belleza cuando lo que se ve ha dejado de ser bello.
La escafandra y la mariposa, pasa a mi lista de películas favoritas, dejándome tres preguntas aún sin respuestas: ¿Qué tan capaces somos de agarrarnos a lo humano que llevamos dentro? ¿Por qué sin padecer el síndrome del cautiverio dejamos que nuestro cuerpo sea también nuestra prisión y elegimos vivir dentro de una escafandra? ¿Quién tiene el valor necesario para lograr renacer y liberarse como una mariposa?