martes, 25 de agosto de 2009

Escuchando el silencio

La música que escucho normalmente va asociada a mi estado de ánimo, a cómo me siento, a cómo estoy. Es una vieja manía que con los años ha ido tomando fuerza y que no me molesta para nada, ya es parte de mí. Así, cuando escucho a Sabina, es muy posible que se esté conjugando por ahí dentro algún verbo terminado en or, er o ir. Da igual cual sea.
Como buena Calamariana, si Andrés suena, lo hace la mayoría de las veces por disfrute, otras tantas por irreverencia, por complicidad, por la risa que provoca luego al recordar una frase, un entre líneas o cualquier historia creada sobre una canción, ya sea una verdad a medias o una mentira bien dicha.
Calamaro también suena porque sí, porque muchas veces es lo único que procede escuchar. Porque sí también suena Drexler, aunque la mayoría de veces lo hace por esa necesidad incontrolable de escuchar cosas que simplemente no sé cómo decir. Drexler casi siempre le canta a la tristeza, o mejor dicho, a mí cuando estoy triste.
Muchos otros se aparean con mi estado de ánimo. Sting, Cold Play, Eva Cassidy, Pet Shop Boys, The Beatles, Bob Dylan, Nirvana, Gun's n roses, Soda, Ceratti y hasta Queen me suelen acompañar.
Si el ánimo me pide hablar con Dios y no tengo una oración convincente, he llegado a disfrutar de un buen Gospel y escucharlo hasta sentir que ya le he hablado suficiente.
La música que escucho me conoce demasiado. Sabe todo de mí, de mis estados de ánimo y me resulta casi imposible engañarla a veces. La música que escucho no se hace la sorda, saber jugar su papel y ya hasta entiende claramente cuando debe callar y dejar que sea el silencio lo único que se escuche.

1 comentario:

Rosalina dijo...

Nos gusta la misma musica!!!