sábado, 7 de noviembre de 2009

Perros

La última vez que tuve uno bien cerca, me costó un par de zapatos Ann Klein que el pareció disfrutar tanto como yo los sufrí.

Los nunis insisten todos los días en que les compre un perrito, pero es en lo único que no cedo. Quizás porque hace unos cinco años tomé la decisión de tener sólo dos hijos. Y no es que mis hijos sean perros, es que los perros son otro hijo (un tercero, cuarto o quinto. O ese que nunca pudimos tener o el otro que vino a acompañar el único que tuvimos.)
En fín que María insistió y tenemos un chiguagua. Sus ojazos saltones amenazan con ladrar pero me tranquiliza saber que no lo hará. Ella está feliz con su nuevo perrito, rodeado de estrellas, guirnaldas y bombillitos de colores. Yo estoy feliz de tener a salvo mis zapatos, los cuales, como muchas otras cosas a mi alrededor, esta vez no corren ningún riesgo.

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