¡No puede ser! Y ahora, ¿Qué haré? La escuchaba decir desde la ventana de mi baño. Vestía de negro, como todos los que llegaban junto a ella. Sólo una más lloraba detrás, aunque no de igual forma, lo hacía con un dolor similar: No quiero entrar, esa ya no es mi casa. Si mi Papá no está ahí, esa ya no es mi casa.
Pasaron dos meses y casi la olvidé. Por más que me asomaba a la ventana, el parqueo seguía sin ella. La buscaba cada mañana con la casi necesidad de verla encender el Pontiac que hacía meses encendía él antes de irse a caminar junto a ella cada mañana.
De repente, cuando casi olvidaba su existencia, noté que la viuda de en frente apareció de nuevo y seguía igual de triste, tanto que a veces, a pesar de estar ahí no la veía.
Dos años despúes la veo de nuevo y esta vez, muy diferente. La Rubia de enfrente estaba sentada en el mismo lugar donde antes lloraba.
Ya no está sola, tiene compañía, ahora ríe a carcajadas y la sigo viendo desde mi ventana, como una señal inequívoca de que todo, absolutamente todo, por más difícil que parezca, pasa.
Como diría Rosa Francia Encarnación, hasta la ciruela pasa.
Pasaron dos meses y casi la olvidé. Por más que me asomaba a la ventana, el parqueo seguía sin ella. La buscaba cada mañana con la casi necesidad de verla encender el Pontiac que hacía meses encendía él antes de irse a caminar junto a ella cada mañana.
De repente, cuando casi olvidaba su existencia, noté que la viuda de en frente apareció de nuevo y seguía igual de triste, tanto que a veces, a pesar de estar ahí no la veía.
Dos años despúes la veo de nuevo y esta vez, muy diferente. La Rubia de enfrente estaba sentada en el mismo lugar donde antes lloraba.
Ya no está sola, tiene compañía, ahora ríe a carcajadas y la sigo viendo desde mi ventana, como una señal inequívoca de que todo, absolutamente todo, por más difícil que parezca, pasa.
Como diría Rosa Francia Encarnación, hasta la ciruela pasa.
2 comentarios:
Definitivamente la cura de los sufrimientos es EL TIEMPO, no importa que tan difícil sea una situación, simplemente sigue su ciclo: va a la gaveta de los recuerdos, la que solamente abrimos para sacar experiencias y enseñanzas.
Rosa Francia
Nada como el tiempo para curar heridas y olvidar sin sabores.
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